CIEN DÍAS DE LUCHA DE COMUNIDADES CHILENAS EN EL EXTRANJERO
El 18 de octubre de 2019 fue el despertar transversal de Chile, pero no sólo allí; también despertaron las comunidades chilenas viviendo en el extranjero de 150 ciudades, en más de 30 países de todo el mundo.
31 de enero de 2020
Por Betzabeth Marín Nanco
Parece que fue hace un par de días cuando mirábamos CNN Chile que excepcionalmente había liberado su señal fuera del país. Allí, el presidente Sebastián Piñera declaraba el Estado de Emergencia para contrarrestar las manifestaciones en calles, cada vez más legitimadas y concurridas, contra las injusticias que el experimento neoliberal había generado. En palabras de Piñera, las movilizaciones eran lideradas por “un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y está dispuesto a usar a violencia y la delincuencia sin ningún límite…”. ¿Cómo olvidar estas palabras? Han pasado más de cien días y éstas se hacen cada vez más absurdas.
La idea del enemigo poderoso fue la justificación inicial del Gobierno para enviar a las calles a las Fuerzas Armadas junto con Carabineros. Quienes vivimos en el exterior vimos venir a nuestra memoria las imágenes de la dictadura de Pinochet. Imaginábamos la represión militar y policial y las terribles consecuencias que esto tendría entre nuestra gente. La impotencia de estar lejos no tardó en llegar, frente a nuestros ojos veíamos los golpes, las heridas, las mutilaciones, las detenciones ilegales, los abusos contra niñas, niños, niñes…
Esa impotencia, y luego el miedo, llevó a movilizarnos, a coordinarnos desde ese mismo día en lo que llamaríamos más tarde: el territorio internacional (TI). En Barcelona y en Copenhague pensamos de inmediato en que si esta situación escalaba – a una dictadura, por qué no decirlo- sería fundamental la articulación y solidaridad internacional.
Nos articulamos rápidamente, y en menos de una semana ya éramos setenta ciudades coordinadas. El tercer fin de semana de octubre estuvo lleno de llamados a personas chilenas que vivían en el exterior, y lo que empezara como una red de contactos informales terminaría transformándose en lo que hoy es la Red Chile Despertó Internacional.
El tercer fin de semana de octubre estuvo lleno de llamados a personas chilenas que vivían en el exterior, y lo que empezara como una red de contactos informales terminaría transformándose en lo que hoy es la Red Chile Despertó Internacional.
Los días pasaban y nos dimos cuenta de que la militarización del país no detendría los actos de desobediencia civil y multitudinarias manifestaciones. Lejos de disminuir, las personas en plaza Dignidad aumentaban día a día. Ya no solo eran los movimientos sociales de siempre: estudiantes, colectivas feministas, colectivos por la diversidad sexual, pueblo mapuche, pobladoras y pobladores, trabajadoras y trabajadores de hoy y ayer, campesinas y campesinos, medioambientalistas y tantos otros. A la calle también estaban saliendo esas personas que hasta ese momento ya no creían en el poder colectivo, y mucho menos que las cosas podían cambiar porque habían perdido la esperanza. A través de Internet, veíamos con emoción y orgullo, el despertar social transversal, no por el alza de treinta pesos del pasaje del metro, sino por los más de treinta años de abusos contra nuestra gente.
La organización en las ciudades en el extranjero
“Nos quitaron tanto, que ya no tenemos nada que perder”, era una de las frases que veíamos en lienzos, afiches y publicaciones en redes sociales (RRSS). Día a día consignas como estas nos inspiraban para salir a las calles de las ciudades donde residíamos; queríamos que el mundo supiese lo que estaba ocurriendo: escribíamos en diferentes idiomas “En Chile nos están matando”; gritábamos “Hermana, hermano no bajes tu bandera, que en el mundo entero estamos dando la pelea”, como si nos pudieran escuchar quienes literalmente se estaban dejando la vida en Valparaíso, Temuco, Antofagasta y otras tantas ciudades de nuestro país.
Así, nos empezamos a encontrar con más chilenas, chilenos, chilenes en las convocatorias que hacíamos en Buenos Aires, Nueva York, París, Madrid, Estocolmo, Hong Kong, Melbourne…y muchas otras ciudades. Rápidamente nos dimos cuenta de que, si en Chile se estaban organizando, nosotras en el territorio internacional (TI) teníamos que hacer lo mismo si queríamos apoyarles y denunciar la represión militar y policial.
Poco a poco empezaríamos a confluir en asambleas, cabildos y agrupaciones una diversidad de personas chilenas: exiliadas, científicas, obreras, indígenas, profesionales, artistas, estudiantes; de distintas edades y orígenes, nacidas en Chile o hijes de chilenes residentes en el extranjero. Incluso comenzaría a ser común la presencia de personas oriundas del país donde residimos: alemanas, austriacas, canadienses, neozeolandeses, mexicanas, brasileñas, entre otras, caminarían junto a nosotras por las calles del mundo. La militarización del país tuvo como efecto – quizás indeseado por el gobierno de Piñera- que el TI despertara, se cohesionara y articulara para luchar por dos causas: la no impunidad de la violación a los Derechos Humanos en Chile desde el 18 de octubre de 2019, y el apoyo a las demandas del movimiento popular.
La militarización del país tuvo como efecto – quizás indeseado por el gobierno de Piñera- que el TI despertara, se cohesionara y articulara para luchar por dos causas: la no impunidad de la violación a los Derechos Humanos en Chile desde el 18 de octubre de 2019, y el apoyo a las demandas del movimiento popular chileno.
El número de ciudades movilizadas ascendía a más de 150 en el peak de la represión policial y militar del levantamiento popular. Las manifestaciones de apoyo serían múltiples: marchas, velatones, proyecciones y concentraciones en lugares estratégicos como consulados y embajadas, o turísticos como TimesSquare (Nueva York), Basílica de la Sagrada Família (Barcelona), Puerta de Brandemburgo (Berlín), Opera House (Sydney), London Bridge (Londres), Obelisco (Buenos Aires), Estación Kioto (Kioto), Puerta Gwanghwamun (Seúl) y Puerta del Sol (Madrid); actos culturales como performance artísticas, ciclos de cine, conversatorios, conciertos y peñas para reunir dinero dirigido a los equipos de primeros auxilios en Chile; y reuniones con actores internacionales relevantes para denunciar la violación a los DDHH en Chile. Durante el primer mes, se convocarían al menos 373 acciones para visibilizar en el exterior lo que ocurría en el territorio chileno.
Luego de tres meses, al mirar hacia atrás, es impresionante ver lo intenso y extenso de nuestro actuar, parece que la angustia y el temor de una inminente dictadura militar nos movía más que nunca. De hecho, en algunas ciudades junto con organizarse comisiones para hacer acciones, manejar las comunicaciones o promover la discusión política, se formaron equipos de salud mental. Se hablaba de que nos estaba afectando el síndrome de Ulises – estrés por situaciones extremas en personas migrantes. ¿Cuántas de nosotras estuvimos con problemas para dormir, comer, trabajar y vincularnos? ¿Pena, angustia, culpa? ¿Podría haber sido diferente?
A pesar de la firma del Acuerdo de Paz y Nueva Constitución – que como ChDI rechazamos al desarrollarse en un contexto de impunidad- y la suspensión del uso de balines, veíamos que la gente herida y mutilada aumentaba con el pasar de los días. Lo mirábamos en nuestras RRSS y medios de contrainformación, y sí, pasamos buena parte del día frente a nuestro teléfono móvil porque teníamos acceso a muchísima información, probablemente más que nuestras pares en Chile. Eso era angustiante. Y entonces, ¿qué nos quedaba? Reunirnos, organizarnos y movilizarnos, ya no solo en nuestro territorio, sino con el mundo entero.
Muchas personas que hoy somos parte de la Red Chile Despertó Internacional (ChDI) suspenderíamos nuestros proyectos personales y profesionales para dedicarnos totalmente a la articulación internacional hasta su consolidación, hasta tener lo que hoy hemos logrado formar.
La articulación entre ciudades: consolidando la Red Chile Despertó Internacional
En sus primeros días, ChDI sería un espacio virtual de contención, información y difusión de lo que hacíamos en diversidad ciudades. Nos reuníamos virtualmente hasta tres veces por semana, llevábamos el registro de las convocatorias y las difundíamos por RRSS para que toda persona que viviese en tal o cual ciudad del extranjero, se sumara a las acciones en apoyo al movimiento popular en Chile.
La sencilla forma de organizarnos cambiaría cuando una delegación del Europarlamento tomara contacto con ChDI para organizar su visita a Chile a fines de octubre. El diputado Miguel Urban Crespo y la diputada Idoia Rodríguez Ruiz, del grupo parlamentario European United Left/ Nordic Green Left, viajarían a nuestro país como observadores de DDHH y nosotras nos aseguraríamos de que conocieran de primera fuente todo lo que estaba ocurriendo. Así se constituiría el primer comité de trabajo de ChDI: el Comité de Derechos Humanos. Nuestro trabajo sería lograr que se reunieran con organizaciones sociales, sindicales, territoriales y de DDHH. Aunque tuvimos menos de una semana para organizar todo y redactar los documentos para la visita, todo sería un éxito. Hasta la actualidad seguimos recogiendo frutos de este vínculo cada vez más estrecho con el Parlamento Europeo.
La constitución del Comité de Derechos Humanos nos llevaría a complejizar nuestra orgánica. En noviembre, nacerían la Mesa de Articulación Internacional (MAI), espacio donde nos reuniríamos semanalmente las asambleas locales, cabildos y agrupaciones de ChDI, y el comité de Agenda Popular (AP), que inicialmente surgiría por el llamado a realizar Cabildos en el TI. Las ciudades participantes nos repartiríamos en los comités, pero convergeríamos en la Mesa cada semana. Junto con ello, tendríamos nuevos espacios digitales para comunicarnos como el Foro Internacional de ChDI y el Canal Informativo de Telegram.
Esta separación del trabajo, y su posterior articulación a través de la MAI, permitiría sumarnos a acciones convocadas desde Chile. Tempranamente, el 25 de octubre nos uniríamos a la convocatoria por La Marcha Más Grande de Chile; y luego, al llamado a realizar cabildos en los barrios. En noviembre, adheriríamos a la Huelga General del 12 de noviembre; aprobaríamos nuestra primera acción coordinada en rechazo al Acuerdo Paz y Nueva Constitución, firmado en un contexto de total impunidad por las violaciones a los DDHH, acompañada de un comunicado leído en diversas partes del mundo; y concluiríamos el mes con la reproducción en múltiples lugares del mundo de LasTesis, que volvió a encender los motores del movimiento feminista desde el 25 de noviembre en todo el mundo. En diciembre, haríamos consultas ciudadanas similares a las convocadas por los municipios chilenos para conocer la posición de nuestras asambleas sobre su adhesión o no: al cambio de Constitución, a una Asamblea Constituyente, a la paridad, a la inclusión de pueblos indígenas y a tener un distrito internacional. En enero, nos sumaríamos a la “Semana de agitación por lxs presxs de la revuelta en Chile”, convocada desde el 13 al 19 de dicho mes.
Además de unirnos a las acciones convocadas desde Chile, desarrollaríamos llamados exclusivos para el TI. Uno de ellos sería la asistencia a la COP25 y la Marcha Mundial por el Clima el 6 de diciembre de 2019. Allí tendríamos un momento de intervención en el escenario principal, pero también nos encargaríamos de que los medios de comunicación que esperaban a Greta Thunberg se enteraran de lo que ocurría en nuestro país, interrumpiendo la trasmisión en vivo y en directo, con un gran lienzo que decía “el modelo neoliberal nace y muere en Chile”. Así también lo hicimos con una entrevista que estaba dando la ex presidenta de Chile Michelle Bachellet en Madrid. Finalmente, como olvidar la asamblea interciudad que logramos hacer allí, donde algunas personas que nos veníamos oyendo las voces hace más de ocho semanas, nos veíamos los rostros por primera vez.
Otra de las acciones desarrolladas por las ciudades del TI sería la del Día Mundial de los Derechos Humanos, que denominaríamos “24 horas de trasmisión en vivo por Chile”. Esta coordinación fue difícil, pero logramos trasmitir durante todo un día, considerando las diferencias horarias, desde Australia hacia Canadá.
Existen otras campañas que siguen en curso. Entre ellas, los boicots a productos nacionales vinculados a empresas nacionales y multinacionales extractivistas; el discurso de la urgencia de revisar los acuerdos de cooperación internacional de Europa y otros lugares del mundo con Chile, especialmente el apoyo a la policía chilena y la aplicación de la cláusula democrática de los acuerdos comerciales; y la campaña para visibilizar y denunciar las violaciones a los DDHH en todas las instancias públicas, tejiendo redes con actores locales como organizaciones políticas, gobiernos, ONG’s, prensa, sindicatos, movimientos sociales, academia y comunidades de los barrios en que habitamos.
Para terminar de consolidar nuestra orgánica, el último mes y medio, han surgido dos nuevos comités en ChDI: Comité de Solidaridad y Vínculo con Chile y Editorial. Ambos son expresión de la ampliación de las tareas que estamos teniendo como red, y los objetivos más ambiciosos que nos estamos poniendo. Y es que el despertar de chilenas, chilenos y chilenes en el extranjero no sólo se está sosteniendo por el apoyo incesante hacia los movimientos sociales y populares en el país. Hoy hemos encontrado nuestras propias motivaciones.
…el despertar de chilenas, chilenos y chilenes en el extranjero no sólo se está sosteniendo por el apoyo incesante hacia los movimientos sociales y populares en el país. Hoy hemos encontrado nuestras propias motivaciones.
Tras la desmilitarización del territorio chileno, las instancias locales comenzaríamos a tener espacio para profundizar en nuestras propias demandas como connacionales viviendo en el exterior. Especialmente importante comenzaría a ser la lucha por tener representación en la Asamblea Constituyente y la creación de distritos en el Parlamento chileno que consideren a quienes vivimos fuera; así también, las ciudades comenzaríamos las movilizaciones en los consulados y embajadas por la reducida cantidad de instancias físicas donde votar para el Plebiscito de abril, apelando a que por distancias físicas o falta de dinero podríamos no ejercer nuestro derecho a voto que ganamos hace un par de años.
Y luego de cien días de activismo en el extranjero, ¿qué?
En realidad, ya llevamos 106 días movilizadas por Chile y aunque la intensidad ha disminuido, hoy sabemos que tenemos la capacidad, la rapidez y la voluntad de organizarnos ante cualquier evento que arriesgue el bienestar de nuestra gente y la democracia en nuestro país. Esto tendría que ser al menos un factor que considerar para quienes piensen en instalar nuevamente un régimen autoritario en el territorio chileno. ChDI y las asambleas territoriales del TI representan la forma en muchas personas terminamos canalizando la angustia, la pena y la rabia. Todo eso lo convertimos en solidaridad, apoyo fraterno y sororo, contención emocional y organización territorial e internacional en pos de lograr nuestros objetivos.
ChDI y las asambleas territoriales del TI representan la forma en muchas personas terminamos canalizando la angustia, la pena y la rabia. Todo eso lo convertimos en solidaridad, apoyo fraterno y sororo, contención emocional y organización territorial e internacional en pos de lograr nuestros objetivos.
Las instancias participantes nos hemos organizado en asambleas, cabildos y agrupaciones. La mayoría tiene una forma asamblearia de funcionar, es decir, nuestro actuar se basa en la toma de decisiones colectivas, tenemos una estructura horizontal y somos autoconvocadas, autogestionadas y autoorganizadas. Dentro de ello, cabe destacar que existen diferentes niveles de adscripción a ChDI, que respeta las autonomías de las instancias locales y sus formas, niveles y complejidades de organización. Con ello, hemos intentado avanzar hacia formas más democráticas y sororas de relacionarnos, inspirándonos en los principios de los movimientos sociales en Chile.
Luego de tres meses, ChDI se ha fortalecido. De ser una red de instancias locales que convergíamos para comentar lo que estábamos haciendo en nuestros territorios, hoy nos articulamos porque proyectamos objetivos a corto, mediano y largo plazo. La reflexión de que no estamos fuera del movimiento, sino que somos parte de éste, es algo cada vez más común entre personas chilenas en el extranjero. Cada día son más las ciudades que preguntan por nuestro trabajo y buscan unirse tras comprender el proyecto que hemos co-construido entre las participantes. Así, el levantamiento popular de octubre de 2019 se está convirtiendo en la oportunidad por preguntarse también por nuestra posición como migrantes y el rol que el Estado chileno tiene o podría tener en que, quienes vivimos fuera de nuestra tierra sintamos que éste nos protege y garantiza cuestiones mínimas como el derecho a votar.